O cómo intentar ponerse morena y terminar negra!
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Una tarde de Julio como otra cualquiera, Teresita Ketchup se dirije a esta maravillosa playa de la Puntilla, en el Puerto de Santa María, a ligar bronceado.
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Llego, estiro mi toalla, me fumo el cigarrito de después de comer acompañado por mi Coca-Cola Light, me embadurno con mi nuevo Spray de coco de Babaria y ala, a tirarse a la bartola haciendo top less, porque a una no le gustan las marcas, norrrrrr!
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En cuestión de unos pocos segundos, me digo a mi misma: "Ay hija, qué picores que tengo por la cara, voy a rascarme"; "joder, qué picores que tengo por los brazos"; "Ostia, que me atacan los mosquitos!!!!"; aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaains!!
Así que me levanto como alma que lleva el diablo y me doy cuenta que estoy siendo atacada literalmente por ellos...
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Me pongo a sacudir la toalla que ha pasado de un rosa claro a negro por su puta culpa, me los empiezo a sacudir del cuerpo, pero que resulta que con el puto spray se me quedan pegados al cuerpo y debe ser éso lo que les dice que me ataquen.
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Cuando he acabado con los 20 millones que estaban en mi toalla, voy a por los del cuerpo pero están demasiado entretenidos en picarme y yo estoy demasiado pegajosa como para que se vayan. A mi lado atisbo las duchas, así que voy corriendo hacia ellas, no me importa que mientras voy me estoy achicharrando los pies, no, lo único que quiero es quitarme a esos cabrones que me están chupando la sangre!!!!
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El resultado??? Volver a casa con unas 500 picaduras y sin exagerar, entre espalda, brazos, pecho y cara. Por supuesto que mientras me iba, ese spray de Babaria fue a la basura enterito y dudo que me vuelva a comprar alguno de ellos en el futuro.
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Ese día, morena no me puse, no, pero mientras tenía a esos jodíos en mi cuerpo, os puedo asegurar que estaba negra!